La filloa gallega es una especie de crêpe, pero a diferencia de ésta son mucho más finas y se hacen solo con harina de trigo.
También existe una versión salada que se suele preparar en época de matanza y se hace con caldo del cocido, y otra con anís, que se conoce como freixos.
Se suelen preparar en sartenes de hierro o filloeiras que permiten hacer varias a la vez, pero si no disponemos de ella, las podemos hacer en una sartén antiadherente de unos 24 centímetros de diámetro.
Para aportarle su sabor característico, lo ideal será untar la sartén con un trozo de tocino blanco sin salar. O en su defecto siempre podemos recurrir a mantequilla o aceite de oliva.
1 trocito de tocino de cerdo sin magro y sin salar o unas gotitas de aceite de oliva virgen extra para engrasar la sartén.
Elaboración: Verter en un bol la leche, el agua, la harina, un pellizco de sal, el azúcar y los huevos.
Batir todo con la batidora sin que queden grumos.
Dejamos reposar una hora para que la mezcla adquiera su textura final, que será relativamente líquida.
Una vez que ha pasado el tiempo del reposo, poner una sartén antiadherente al fuego y untarla con el tocino de cerdo o pincelar con unas gotas de aceite de oliva para cada filloa.
Remover la mezcla y agregar 1 cucharon de ésta a la sartén, cuando esté bien caliente.
Según el tamaño de la sartén, añadir más o menos cantidad. Debe quedar una capa fina.
Girar la sartén para extender el relleno por toda la superficie y la devolvemos al fuego.
Mantener la filloa en el fuego hasta que los bordes empiezan a separarse de la sartén y se formen burbujas en su superficie.
Levantar una de las esquinas con una espátula y con los dedos damos la vuelta a la filloa.
Cocinar uno o dos minutos por la otra cara y retirar de la sartén.
Controlar en todo momento la temperatura de la sartén. No debe estar excesivamente caliente para que no se queme, pero sí lo suficiente para dorarla.
Antes de comenzar con una nueva filloa, debemos untar de nuevo la sartén con el tocino o pincelar con el aceite de oliva.
Colocar las filloas unas encima de otras a medida que las vamos preparando, tapándolas con un paño para que no se enfríen.
Y así tendremos en poco tiempo nuestro plato repleto de filloas, que podemos acompañarlas con crema de chocolate, nata, miel azúcar, crema de cacahuete, o con lo que más te guste.
Notas: Podemos disfrutarlas recién hechas o frías.
Incluso podemos congelarlas de la siguiente forma: Colocar las filloas cubriéndolas y separándolas totalmente con papel vegetal. Es importante que queden bien aisladas para que al descongelar queden perfectas. Una vez que las filloas están bien colocadas y separadas con el papel vegetal, se pueden introducir en la bolsa y cerrarla extrayendo el máximo de aire posible.
Llevarlas al congelador y listo, las filloas se conservaran así unos dos o tres meses como mucho. No conviene apilar demasiadas en una bolsa para que la descongelación sea más sencilla. Llegado este momento, bastará con sacar la bolsa de filloas del congelador y dejarla en el frigorífico hasta que estén descongeladas.
Para disfrutar de unas filloas como recién hechas, después de haberlas congelado, bastará con pasarlas por la sartén caliente unos segundos.
Espero que éste consejo para congelar las crepes caseras os resulte útil.
En ocasiones podemos utilizar en lugar de agua y leche, caldo del cocido para su elaboración, de este modo serían unas filloas más tradicionales.